Preámbulo
En la Edad Media, la lepra también se denominaba enfermedad de Lázaro. El nombre original de la enfermedad en alemán es "Aussatz". Los enfermos afectados por la lepra tenían que vivir fuera de los asentamientos humanos: estaban "expuestos" por la sociedad y, por tanto, segregados por la sociedad de sus semejantes. Por el aislamiento (separación) de los leprosos fuera de la ciudad se establecieron hospicios, que se llamaron también casas de Lázaro. De ahí que algunos suburbios en Francia se llamen hoy Saint Lazare y en Italia San Lazzaro. La palabra alemana Lazarette tiene el mismo origen.
Un leproso era fácil de reconocer, estaba sin medios, envuelto en jirones y harapos, el cuerpo de la lepra muy marcado. La sociedad temía el contagio, por lo que se excluía a las personas. No podían entrar en contacto con los demás. Debían mostrar que estaban enfermos. La lepra era incurable en aquella época. Enfermo y excluido de la sociedad, también una muerte social.
En todas las épocas y en todas las culturas, los leprosos fueron un ejemplo para los grupos marginales de nuestra sociedad.
Hoy, como entonces, la gente tiende a declarar que los demás son "leprosos". Hoy, como entonces, la lepra no era y es sólo un diagnóstico médico, sino un diagnóstico social. Por qué y quién es definido como leproso por la sociedad dice más de los leprosos que de los expulsados.
Los "leprosos" de hoy tienen otras características: discapacitados, solicitantes de asilo, sin techo, adictos, parados de larga duración, socialmente débiles, mentalmente inestables... Hagan lo que hagan, les cuesta pertenecer. También ellos están marcados.
En el pasado, la lepra se consideraba a menudo un castigo de Dios. Hoy se dice a menudo: "Es culpa tuya!" Y con eso nos libramos de nuestra propia responsabilidad y seguimos culpando al otro de su exclusión. Quien ha sido o es afectado por el destino de ser marginado ha llegado a lo más bajo.
Nunca debemos dejar de pensar en lo que significa para una persona ser involuntaria y no deseada